El
Nazareno de San Pablo es santo cuatricentenario
Quizás
fue Felipe de Ribas quien en los albores de la conquista tomó sus herramientas
y comenzó a tallar un trozo de madera de pino de la región de Flandes para
dibujar el rostro de un hombre con rictus de sufrimiento y dolor.
Esa
imagen finalizada a mediados del siglo XVI llegó a Caracas para contribuir a la
evangelización de unos hombres que se negaban a dejar sus costumbres para
someterse a unas órdenes y unas rutinas que les eran ajenas.
Esa
imagen estuvo en la iglesia de San Pablo, en el lugar que hoy ocupa el Teatro
Municipal. Antonio Guzmán Blanco, quien no era muy devoto del catolicismo,
ordenó derruirla para construir un teatro moderno, al estilo que se imponía en
las ciudades francesas La imagen quedó a la deriva.
Ninguna
iglesia pudo albergarla, por lo que una familia de la ciudad se abocó a su
cuido y resguardo hasta que el propio Guzmán, atendiendo a la solicitud de su
esposa, ordenó la construcción de la basílica de Santa Teresa, donde se le
alojó.
La
tradición narraba la existencia de un santo milagroso. Ante la epidemia de
vómito negro que se presentó en 1597, estuvo el santo para señalar el camino de
la curación, así como en otras ocasiones de igual necesidad.
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