La votación sobre Siria en el Consejo de Seguridad y en la Asamblea General de las Naciones Unidas, está demostrando que el mundo nuevamente está divido en dos campos. Hoy la mayoría de los Estados llegaron a un acuerdo con el decisivo papel de Washington en la política internacional, y ahora hay muy pocos países que se atreven a oponerse. Pero en esta coalición, vamos a llamarla de forma condicional “anti-estadounidense” hay líderes poderosos: China y Rusia.
China moderna es un Estado con potencial grande en la esfera militar y económica que desempeña gradualmente un papel más y más importante en el mundo. Con sus intereses los americanos y los europeos tienen que contar cada vez más. La nueva superpotencia del siglo XXI –China– no sólo quiere, pero más y más a menudo requiere unas relaciones especiales para sí. Pekín, que posee los recursos humanos y financieros prácticamente ilimitados, ahora tiene algo con que responder a aquellos que tratan de ignorar sus intereses. Y en la coalición con Rusia, las posibilidades de China de influir a los acontecimientos en qualquier parte del globo son prácticamente infinitas.
Federación Rusa con mil años de gloriosa historia
Los líderes rusos lo dicen firme y claramente. Y hoy la protección de Rusia a su principal aliado en Oriente Próximo –Siria-, no es sólo una cuestión de derecho internacional, sino una cuestión de imagen de la política del Kremlin, declarando su intención de defender sus intereses nacionales sin tener en cuenta a Washington, Londres y Bruselas.
Hoy, Occidente debe tener en cuenta el hecho de que Rusia no es sólo un país desarrollado y rico con una economía abierta y unas brillantes perspectivas, gracias a la abundancia de recursos energéticos, sino también una potencia militar de gran alcance con una importante capacidad nuclear de disuasión. Al renovarse ideológicamente, al ejecutar radicales reformas democráticas y económicas, Moscú se dirigió a Occidente con la mano de la amistad y no con una petición de limosna.
Paciencia de líderes chinos y rusos está llegando a su fin
Pero el Oeste prácticamente rechazó la amistad. Al anunciar el “reinicio”, en palabras, Washington de hecho se negó a Rusia en la creación de un sistema conjunto de defensa antimisiles europeo y no garantizó que no estuvo en contra del ejército ruso. Además, el Departamento de Estado apoyó abiertamente a las fuerzas anti-rusas en el espacio de la ex Unión Soviética y en los países de “nueva” Europa, privó las empresas rusas de los contratos lucrativos en Libia e Irak, criticó el enfoque de Rusia para resolver la situación en Siria y el programa nuclear iraní.
Las últimas noticias de Pekín y Moscú dicen que la paciencia de los líderes de China y Rusia está llegando a su fin. Estos dos Estados que se están desarrollando dinámicamente cada día más, estrechamente coordinan sus políticas exteriores para contrapesar a los EEUU, crean las nuevas alianzas político-militares y económicas. La decisión de los EEUU de cambiar su concepto estratégico, en el que tanto China como Rusia se llamaron abiertamente por Washington como principales oponentes del mundo occidental, dió el impulso a los procesos de integración en Asia con la participación activa de China y Rusia.
Hoy
Y eso sin duda lo apoyarán tanto China como los Estados de Asia Central, los miembros de la OCS. Este tipo de fracaso de la política exterior de los Estados Unidos impactará duro a la reputación de Barack Obama antes de las elecciones presidenciales del otoño y descarrilará el calendario de retirar de Afganistán las tropas estadounidenses y de la OTAN. Teniendo en cuenta el hecho de que Pakistán ya cerró sus corredores del Sur para la OTAN , la renuncia de Rusia y sus aliados para cooperar en el tránsito norte significa una “pesadilla real” para los Estados Unidos.
Fuente: Julio López
Especial Diario VEA
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